Como ser estudiante y no morir en el intento

La vida de estudiante no es fácil. Es todo un proceso de cambios largos y tortuosos para llegar a convertirnos en esos hombres y mujeres de provecho del futuro. Pero si algo me han enseñado mis tres años como estudiante, es que en todo camino largo siempre existe más de un atajo.

8/22/2006

Siempre nos quedará septiembre

La vida de estudiante es maravillosa, creo que siempre lo he dicho y aquí lo vuelvo a reiterar. No hay nada tan fantástico en el mundo como ser estudiante. Es una de las etapas más gratificantes en la vida de cualquier ser humano (que sea estudiante, claro está). Nos sacrificamos 10 meses intentando sobrevivir fuera de casa de los cuales únicamente dos (tres en los peores casos) los dedicamos a estudiar. Esto significa que de esos 10 meses, 7 ó 8 los pasamos de fiesta a los que hay que añadir los dos meses correspondientes al verano. ¿Quién quiere dejar de estudiar con una vida así? Y es que no hay nada mejor que esto.

Pero como bien dicen todos los abuelitos del pueblo no es oro todo lo que reluce y cuando uno es joven siempre puede perder un poco la cabeza y dejar de lado las responsabilidades. En el caso de los estudiantes esto ocurre bastante a menudo (creo que conozco a pocos estudiantes responsables, a excepción de mí por supuesto) y cuando digo bastante a menudo me refiero a 9 de cada 10 personas. Si en algún momento sentiste la necesidad de hacer alguna tontería debes aprovechar la época de la universidad, para que luego no puedan tacharte de nada. La universidad es la mejor época para las locuras y los excesos, pero tanto la locura como los excesos pasan factura de ahí que el mes de septiembre se convierta en el mes del estudiante por excelencia.
Es cierto que junio también acapara a muchísimos estudiantes, pero septiembre es la última esperanza. Es como cuando en Casablanca Humphrey Bogart le decía a Ingrid Bergman: “Siempre nos quedará París”, París se convertía en su última esperanza para el final de aquella historia. En los estudiantes el desenlace de toda nuestra carrera está en esos últimos exámenes de septiembre y es que como un buen día dije a un amigo, a mitad entre plagio y parafraseo: “No te preocupes, siempre nos quedará septiembre”.
Es el mes para recapacitar, pensar y preocuparse por todos aquellos errores cometidos durante el curso. ¿Qué sería de un estudiante sin septiembre? Pues lo mismo que de una tortilla de patatas sin cebolla. Septiembre es el jugo de ese comportamiento insensato, trastornado y perturbado típico del invierno, la única cordura de todas nuestras demencias.
Si en algún momento sentí que mi mundo se derrumbaba fue en el primer año de carrera. Pensé que todo sería coser y cantar, como los primeros exámenes. Pero junio es mortal y más en una ciudad en la que no hay playa. Esa combinación ya es explosiva. En mi primer curso me lleve el chasco de suspender tres asignaturas y tener que recuperarlas en septiembre. Entonces pensaba que septiembre era para los tontos, para todos aquellos capullos que no habían hecho absolutamente nada durante el curso, para esos que no pisaban la universidad, para todos aquellos que gorroneaban apuntes y para esos impresentables que pillan copiándose en los exámenes. Sí, esa era mi única visión… pero entonces descubrí que septiembre era un mundo aparte. Otro mundo distinto al de la universidad. Septiembre era la salvación de todos aquellos que he mencionado en unas líneas más arriba y para otro tipo de personas que simplemente les va un poco mal al final de curso. Descubres que la vida real de los universitarios transcurre en esos 30 días que corresponden a septiembre. Los agobios, los nervios, el mal humor, las botellas de agua vacías que colman cada una de las papeleras de la biblioteca, los apuntes colocados estratégicamente sobre las mesas, los estuches con rotuladores de mil colores para luego sólo utilizar uno, las pastillas de cafeína, los chicles, las coca-colas y demás bebidas isotónicas que intentan mantenernos despiertos. Pero lo sorprendente es la entrada a la biblioteca ahí existe toda una colección de cigarrillos, paquetes de tabaco gastados y miles de pequeños vasos de plásticos de todos esos cafés de la máquina. Y digo cafés por poder definirlos de algún modo, porque todo estudiante sabe que en esas máquinas realmente no se sirve café sino que es más bien una mezcla de aguachirri con pis de mono que queda un poco lejos de mantenernos despiertos pero que su desagradable sabor si resucitaría a un muerto.
Así es septiembre, un mes único en la vida del estudiante. Se podría decir que en ese corto pero intenso período de tiempo es el momento real en el que todo estudiante cumple su propósito: estudiar.

8/14/2006

Ron, ron, ron y un poquito de limón

Todos conocemos de sobra el botellón y sus consecuencias, un tema de total actualidad rodeado de una devastadora polémica que afecta a muchas ciudades españolas o por lo menos afectaba hasta la incoherente ley antibotellón. Sólo quedan unas pocas ciudades que han sucumbido a las delicatessen del botellón dejando a un lado esa absurda ley.
No hay nada como beber y más cuando uno es joven y no tiene de que preocuparse. Ya llegará el momento para arrepentirse de los excesos y alarmarse por el estado de nuestro hígado. Mientras tanto, lo mejor es disfrutar, que la vida son dos días y ya llevamos más de un día vivido. Pero que quede claro que hay que disfrutar sin excesos, todo en su justa medida es bueno.
A los universitarios ya nos han quitado en muchas ciudades nuestro adorado botellón porque una panda de niñatos quinceañeros empezaron a emborracharse en mitad de las calles. El botellón es una práctica con historia, ya lo hacía mi padre en las fiestas del pueblo con sus amigos. Por suerte, yo me encuentro en una de las pocas ciudades en las que aún se permite el botellón: Almería, una ciudad con tanto encanto, aún conserva el botellón y sus típicas tapas que acompañan a la cerveza.
Pero esta entrada no es sólo para rendir un merecido homenaje al botellón, no. Su fín es bien distinto. Y es que resulta que el otro día navegando por la red encontre una foto más que graciosa que está intimamente relacionada con el botellón. Sí, sí, sí....






A ver quién es el listo o la listilla que me explica a mí esta foto. Creo que existe más de un punto de vista y es que una al encontrarse con este tipo de fotos no puede evitar preguntarse que ocurre realmente con el policia. ¿Se había tomado unas copillas de más mientras estaba de servicio? ¿Le pillaron sus compañeros de trabajo practicando el botellón? ¿Se nego a hacerse la prueba de alcoholemía en un control rutinario? Mae mía... El ser humano es un ser complejo, hay tantos cosas que se escapan de nuestras manos pero es cuando veo fotos como esta cuando me doy cuenta de las rarezas de nuestra especie. Disfrutad de ello pequeñines.

8/09/2006

Se busca chic@ para compartir cuarto de los leones

Y es que no esperes que tu nuevo hogar sea algo más que un cuarto de los leones, si en algún momento decidiste abandonar tu casa para comenzar tus estudios universitarios hay una serie de consejos o aspectos (tómatelo como quieras) que deberás tener en cuenta. El primero de todos, es que debes buscar un lugar (cuanto menos agradable) que te de cobijo durante esa nueva aventura que has decido emprender. Es una de las cosas más importantes y como tal deberás conocer las diversas opciones a las que puede acceder un estudiante para lograr esa pseudo-independencia que te aportará la universidad.
En primer lugar, has de saber que existen pisos, casas, residencias, colegios mayores... de ti depende. Siempre se ha dicho que en el primer año de universidad lo mejor para pasar el año es una residencia o colegio mayor. No caigas en este fallo. Es uno de los falsos mitos que te pueden arruinar tu primer año de carrera.
Tanto las residencias como los colegios mayores establecen una serie de horarios y restricciones en las visitas, esto puede convertirse en un problema si pretendes gozar de una libertad plena. Por el contrario si aún eres un niño de papá o de mamá es tu mejor opción. Porque aunque tengas esos recortes en los horarios y las visitas, siempre tendrás tu comida lista, tu habitación ordenada y tu ropita limpia y planchada (todo esto dependiendo del precio que tus papis estén dispuestos a pagar).
Otra opción es la de un campus universitario, no existen rerstricciones ni en los horarios ni en las visitas y además puedes hacer de casi todo siempre que respetes a tu vecino o a tu compañero de habitación. Los campus suelen ser mixtos y no te faltarán fiestas de ningún tipo. Y si algo he aprendido en la universidad es que cada jueves hay una fiesta de algún patrón, lo que me cuesta creer es que haya tantos patrones como carreras... pero eso no es lo más importante ahora. Un campus es una buena opción aunque resulta un pelín caro.
Así que existe otra alternativa al campus, muy similar pero más económica: compartir piso. Sólo tienes que buscar un piso que esté creca de la universidad o de la línea de autobuses, que no sea muy caro y que te permita hacer fiestas. Si te decides por esta última opción deberás tener en cuenta que aunque es la que más libertad ofrece puede acarrearte serios problemas sino consigues dar con los compañerops de piso adecuados. Para ello (y siempre desde la experiencia propia) he de darte algunos consejos o prevenirte de ciertos errores que estoy segura que terminarás cometiendo:

  • No puedes compartir piso con tus amigos: aunque es cierto que son los que mejor te conocen también es verdad que en una convivencia se dan muchisimos roces y la mayoria de ellos no son agradables. Así que si te interesa seguir manteniendo a tus amigos lo mejor que puedes hacer es irte a vivir con gente que no conozcas.
  • No cometas el error de vivir con un compañero de clase: piensa que es una persona que tienes que ver todos los días y a todas horas y que llegará un momento en el que te terminarás hartando.
  • Si te vas a vivir con personas del sexo opuesto deberás tener en cuenta una cosa: es tu compañero/a de piso. Esto quiere decir que no puedes liarte con él/ella. De hecho si lo haces estás perdido/a. La convivencia se va al carajo y con ella, la posible amistad que mantuvieras con tu compi de piso y demás enseres propios de la convivencia.
  • Deberás establecer una ista con las tareas del hogar que realizareís y cumplir esta a rajatabla sino quieres que comienzen los roces en la convivencia.
  • Compartir piso es bueno, pero no lo es tanto compartir comida. Metete en la cabeza que hay gustos como colores y esto también se aplica a la comida. Del mismo modo hay personas más caprichosas que otras, así que lo mejor es comprar la comida por separado.
  • Lo único a compartir deberán ser los productos de limpieza.
  • A ser posible, si encuentras piso intenta que todo sea eléctrico. Las instalaciones por gas son un engorro y además tienes que estar pendiente de que no se gaste la bombona de butano y una vez que se gasta a ver quien es el guapo que va a cambiarla. Ducharse con agua fría es muy desagradable, aunque en verano se agradece pero en invierno...
  • Mi último consejo para una buena convivencia sería: Vive y deja vivir. Un piso de estudiantes es similar a una jungla y ya se sabe lo que ocurre en la jungla (la ley del más fuerte) así que lo mejor es vivir y dejar vivir para no ser devorado por el más fuerte o hacer la vida imposible al más débil en caso de que seamos el más fuerte.

Una última opción a tener encuenta sería la de irse a vivir con otra familia, pero esto está bien cuando tienes ocho o nueve años y te vas al extranjero, cuando empiezas tu vida como universitario sobrán tus padres así que no los cambies por otros en otra ciudad distinta. Esta opción es aún peor que la del colegio mayor si cabe. A continuación te ofrezco algunas webs que te ayudarán a enocntrar ese ansiado piso. Aunque siempre puedes encontrar anuncios en los tablones de tu universidad:

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Así que olvida lo de cambiar de familia y lo de los colegios mayores y mueve el culo para buscarte un buen piso y unos buenos compañeros a los que no conozcas. Eso es todo por ahora... hasta otra mis pequeñines.

8/07/2006

Una bienvenida como otra cualquiera

Con esta primera entrada quiero dar la bienvenida a todas aquellas almas perdidas que se encuentran en la misma situación que yo: ser estudiante. La vida de estudiante no es fácil y creo que muchos estarán de acuerdo con esta opinión.
Ser estudiante es lo mejor del mundo, no tienes apenas responsabilidades, tu vida es sencilla y únicamente se ve complicada (y un tanto agotadora) en esos periodos que conocemos como exámenes. Sin embargo, a pesar de todo lo estupendo que tiene ser estudiante hay un lado negro en este status: Ser estudiante en otra ciudad.
Podriamos decir que vivir fuera de tu ciudad en el período de tus estudios universitarios es como adentrarte en un mundo desconocido. Una jungla llena de fieras, pero lo que más miedo da es que esas fieras no son sólo tus profesores de universidad sino también tus propios compañeros de carrera. Y es que con el tiempo (creánme que esto lo digo por experiencia propia) uno se va dando cuenta de que no es oro todo lo que reluce y que aquellos simpáticos amigos que te juran amistad eterna desde el primer día de clase no durarán ni siquiera el primer año de carrera. Así que como primera y más importante regla diría que no hay que fiarse de nadie, ni siquiera tu sombra es un buen aliado.
Para concluir me gustaría dar la bienvenida a todas esas almas perdidas que cambnian de ciudad para convertirse en universitario. Os aseguro que es duro ser estudiante pero una vez que sabes cómo sobrevivir, esta etapa se convertirá en la mejor de tu vida.